Por Nicolás Felipe Novoa Ospina
En Colombia aún tenemos grandes desafíos por superar; brindar a nuestros jóvenes oportunidades reales para que construyan su futuro lejos de la violencia y la exclusión. Como sociedad, tenemos un compromiso diario, no solo de cumplir nuestros deberes como ciudadanos, sino de aportar activamente al desarrollo de un país más justo y solidario.
Según datos recientes, en 2024 se registraron más de 1.300 eventos de desplazamiento que afectaron a cerca de 51.000 personas, reflejando la persistencia de brechas territoriales y sociales. Asimismo, el país acoge a más de 2.8 millones de migrantes venezolanos, la mayoría entre 18 y 29 años, lo que representa tanto un reto como una oportunidad para fortalecer la inclusión laboral y educativa. Estas cifras nos recuerdan que el camino hacia la paz y el desarrollo sostenible pasa por crear espacios de formación, empleabilidad y emprendimiento que fortalezcan el tejido social y promuevan la esperanza en las nuevas generaciones.
Desde mi visión como profesional en Relaciones Internacionales y aplicada a mi labor como Gestor de Alianzas Estratégicas, es importante tener en cuenta a un teórico, Henry Kissinger y su teoría de las Esferas de Influencia. Esta hipótesis se basa en la Realpolitik, las esferas son áreas geográficas o estratégicas en las que una gran potencia ejerce predominio y donde otras evitan intervenir directamente para no romper el equilibrio de poderes.
En una mirada orientada hacia la sociedad local, podemos ver a esos grandes actores (ONG, entidades y empresas) cómo pueden influir en otros o en la sociedad misma, pero es importante buscar un mismo fin de intereses, para realizar una única esfera o círculo sostenible, que permita un desarrollo propositivo.
Desde la Fundación Texmodas, los esfuerzos que se vienen haciendo desde los programas y estrategias sociales “Negocios Para los Nuevos Tiempos”, “Raíces”, “Talento Social” y “Emplea Talento”, permiten el punto de partida de una esfera sostenible, en donde la cooperación entre distintos actores que se convierten en aliados estratégicos permite el avance, construcción y desarrollo de un país que carece de la difusión o conocimiento de herramientas o programas en pro de la educación, emprendimiento y empleabilidad.
La articulación de distintos sectores y la difusión permitirá que estos programas crezcan, en donde llegue el mensaje a jóvenes en situaciones vulnerables como víctimas del conflicto armado y migrantes venezolanos para que tengan la oportunidad de acceder a un curso corto gratuito para capacitarse y luego ser enrutados a vacantes reales de empleo. Además, es poder llegar a emprendedores (sin importar su edad) para que accedan a una nueva oportunidad de capacitarse y tener herramientas sólidas para la formalización de sus propuestas. Sumado a modelos especializados para capacitar personal que adquieran habilidades específicas y evitar la rotación que tanto afecta a las empresas en gestión y rentabilidad.
Quizá todo lo anterior no sea la solución a todos los problemas de nuestra sociedad, pero si es el paso que se necesita para desligar a las personas de lo que nos ha afectado tanto durante años, que es la violencia, y esto permitirá fundamentar bases para el verdadero desarrollo de un país con alianzas propositivas.

