Por Carolina Tula Laverde, docente en Marca Personal y Empleabilidad
Desde que tengo memoria, Mymya, mi abuelita materna, solía repetirme una frase con convicción y ternura: “Hay que estudiar para triunfar”. Sus palabras, firmes pero llenas de amor, se convirtieron en una constante desde que era una niña. Cada vez que alguno de sus nietos obtenía un diploma —sin importar cuán pequeño fuera el logro— ella lo celebraba con orgullo, como si el título fuera suyo.
Con los años entendí que tal vez esa pasión por el estudio no era casual. Es probable que estudiar fuera uno de sus grandes anhelos no cumplidos, un sueño que la vida no le permitió alcanzar, pero que vio realizado a través de los éxitos académicos de sus hijos y nietos.
Esa semilla que ella sembró en mí floreció una certeza: la educación es una de las herramientas más poderosas que tenemos para transformar nuestras vidas y cumplir nuestros sueños. ¿Por qué?
Porque la educación:
- Nos permite imaginar y construir un futuro diferente.
- Nos acerca a lo que anhelamos.
- Nos impulsa a crecer en lo profesional, en lo laboral y en lo personal.
- Nos abre la mente a múltiples formas de hacer las cosas.
- Nos enseña que hay distintos caminos para llegar a una misma meta.
- Nos da criterio para tomar decisiones y aprovechar oportunidades.
- Nos ayuda a desarrollar habilidades y competencias esenciales para la vida.
Sin embargo, muchas personas aún ven la educación como un privilegio reservado solo para quienes tienen recursos, tiempo o acceso a determinadas instituciones. Y aunque esta percepción refleja una realidad en algunos contextos, también es cierto que cada vez hay más organizaciones comprometidas con hacer de la educación un derecho y no un lujo.
Un ejemplo inspirador es el de la Fundación Texmodas, que, a través de sus programas Talento Social y Negocios para los Nuevos Tiempos, trabaja para brindar oportunidades educativas a jóvenes de todo el país. Gracias a estas iniciativas, muchos han podido acceder a formación especializada, desarrollar sus capacidades y mejorar su perfil para el mundo laboral y empresarial, al tiempo que dan pasos firmes hacia sus sueños.
Hoy, mi intención con estas palabras es animarte a no perder la ilusión. A que, como mi abuela me enseñó, veas en la educación una aliada poderosa. Aprovecha las oportunidades que se presentan, por pequeñas que parezcan. Porque a veces, ese primer paso —un curso, una beca, una formación puede ser el inicio de un camino que te lleve mucho más lejos de lo que imaginas.